El padre Angel, presidente y fundador Mensajeros de la Paz, dijo después de departir con el Papa Francisco en la Nunciatura de El Cairo que el Papa Francisco abraza con la mirada. El padre le hizo dos regalos: una casa de dátiles y un libro.
Según informa José Manuel Vidal (Religión Digital) el libro es la obra, titulada ‘Francisco, palabra profética y misión’, recoge los discursos proféticos y de denuncia del sistema capitalista «que mata y descarta» y, por eso, son los más silenciados por los grandes consorcios mediáticos.
Religión Digitar informó que eso fue precisamente lo que el Padre Ángel le dijo a Francisco, antes de ofrecerle la caja de dátiles. Tras hojear el libro y ver los dátiles, el Papa con su habitual sentido del humor le dijo: «¿Éstos también son proféticos?»
Y de profeta ejerció, una vez más, Francisco en la tierra de los faraones. Como dice el fundador de Mensajeros de la Paz, «es un profeta, porque es un hombre valiente y dice lo que le sale del alma y lo que realmente necesita la gente», indicó Vidal en Religión Digital.
Y lo hace, además, en la lengua del pueblo, añadiéndole «gestos que se convierten en gestas». Por eso y por otras muchas razones «es un Papa querido, incluso por los musulmanes, como se demostró estos días aquí, en El Cairo, mientras algunos de los nuestros lo rechazan».
Quizás, porque «se siente y ejerce como vicario de los pobres», añade el cura de San Antón, la parroquia abierta las 24 horas.
«Acompañar al Papa en un viaje histórico y arriesgado como éste, te hace sentirte orgulloso de él, porque lo supera todo, la gente le quiere y se convierte, cada vez más, en un líder global, que predica la medicina del diálogo, de la reconciliación y de la paz por dondequiera que va», añade.
Para el Padre Ángel, Francisco es un líder mundial y, al mismo tiempo, un padre cercano. «Al estar a su lado, sientes que su mirada se te queda clavada. Mira a los ojos y abraza con la mirada». Y, de hecho, su forma de ser y de actuar está calando, a pesar de las resistencias de algunos. «Los cardenales y los obispos son más humanos y menos altivos», sentencia el cura de los sin hogar.